La habitación de los niños

Mark y Mary estaban en el centro de la habitación. Desde que salieron del vientre de su madre apenas con unos minutos de diferencia, habían compartido todo, incluso los biberones que  los vaciaban indistintamente. Pero a pesar de eso tenían caracteres tan distintos que nadie diría que fuesen mellizos. Situados muy próximos el uno del otro, cada uno miraba hacia una esquina de la habitación, casi dándose la espalda. El panorama que observaban era muy distinto: Mark veía la estantería desbordante de libros, y sobre éstos camuflados los warhammer asomando con sus armas recién pintadas. Mary miraba hacia su cama decorada con cojines y sus muñecos de peluche. Sobre ella había estanterías donde se mezclaban los juegos con libros, muñecos, pinturas, etc.

Ya habían cumplido los cinco años, y tenían claras las reglas del juego. Mark había aprendido a competir por lo que quería, a esforzarse para conseguirlo, a hacer trampas intentando que no le descubran, a no pedir porque no espera que los demás le den así sin mas lo que desea, a ganarlo o arrebatarlo. Los warhammer son sus aliados, cuanto mas salvajes y sangrientos sean, mejor, porque para él eso es sinónimo de poder. Si no gano me aplastan. Sentado en el suelo, con un ejército en cada mano, luchan hasta que gana el suyo ¡Como si el que lleva en la mano izquierda no le perteneciera!. Pero él hace un trato consigo mismo sobre la propiedad de los ejércitos, e intenta convencer a su hermana o a su  madre para que digan que van con el otro bando. Así se pasa el tiempo jugando, convencido que sus batallas son la realidad. En ese momento nada existe a su alrededor, no necesita nada mas que su imaginación y la prolongación en forma de pequeños muñecos de plástico que sirven para plasmar sus guerras interiores.

Para Mary las reglas son muy distintas. Su objetivo principal es agradar. Jugaba a preparar comidas para sus muñecas, a hacerles vestidos, a cortarles el pelo, pintarles la cara ...le pedía consejo a su madre, pero ésta estaba tan ocupada que sin apenas mirarla le decía ¡muy bonito! Mary miraba de refilón a su hermano, le pedía que jugase con ella, pero Mark se burlaba diciéndole que era una tontería jugar con muñecas, y que si quería jugar con él podían hacer una pelea. Mary daba la vuelta y se iba decepcionada. Estaba un poco cansada y aburrida de jugar siempre sola, de inventárselo todo ella. Le apetecía que la sorprendieran con nuevos diálogos, que sus muñecas  dijeran algo que ella no esperaba, que la sacaran de su monotonía.

Así fueron creciendo los dos hermanos, cada uno mirando a su esquina, cada uno jugando en su reducido mundo. También entraban de vez en cuando en la habitación papi y mami. Y se situaban casi siempre en un mismo lugar, papi mas cerca de Mark, mami mas cerca de Mary. Los niños los incorporaban a su particular realidad y les adjudicaban un papel, a veces doloroso pero que se empeñaban en mantener porque si no se sentían perdidos.

Llegaron a la adolescencia y la distancia se hizo aún mas notoria. Mamá decidió que no podían seguir durmiendo en la misma habitación y levantó un muro que convirtió la espaciosa estancia en dos cuchitriles. Incluso en la calle dejaron de jugar juntos ya que la etapa del “Rescate” o del “Boley” había pasado. Se sentían extraños, como si perteneciesen a especies distintas, o como si fuesen del bando contrario. Querían acercarse pero las reglas del juego aprendidas por ambos se retroalimentaban negativamente para este propósito, ya que para Mark acercarse era la lucha cuerpo a cuerpo, y para Mary era intentar agradar y buscar reconocimiento.

El tiempo no se detiene, y ahora Mark es un hombre y Mary una mujer, pero ambos son medias personas. Mark “conquistó” a la chica mas disputada de la escuela, pero una vez conquistada no sabía como continuar el juego, así que a veces pelean para mantenerse en forma y otras se refugia en su rincón, como hacía de pequeño, jugando a competir animando a su equipo de futbol, reafirmándose con sus convicciones políticas..., y de vez en cuando asomándose a la habitación de los niños y comprobando que distinto juegan Beatriz y Jorge. Así transcurre su vida, prefiere no pensar ni complicarse mucho. Tiene un buen trabajo que le permite un adecuado grado de confort, algún viajecito y pagar un seguro privado de jubilación para que no le falte de nada el día de mañana.

Mary vive sola en un apartamento. Todavía sigue buscando a alguien que quiera jugar con ella, pero el problema es que no sabe siquiera a qué. Se quedó esperando que vinieran a sorprenderla, a inventar un juego nuevo y se olvidó de preguntarse a si misma a qué quería jugar, con quién y cómo. Ahora le da miedo porque ha olvidado cómo jugar y no quiere que la descubran, así que cuando alguien se acerca le empieza a explicar unas reglas tan complicadas, medio improvisadas medio recordadas, que dificultan comenzar a jugar.

¿Cómo sería si en vez de haber nacido Mary y Mark hubiese nacido una sola persona: Mary Mark?
Rebobinemos, Mary Mark está en el centro de la habitación. Mira a su alrededor, se alegra de tener tantas cosas distintas. Al principio no sabe con que jugar, pero va cogiendo warhammer de aquí, muñecas de allá, las cartulinas y las pinturas, y decide hacer un escenario con casas, montañas, ríos, etc, donde pueden esconderse los wahammer y bañarse las barbies en el río. Da una mirada de barrido a toda la habitación para encontrar algo con lo que hacer las montañas. Ve unas cajas, unas cartulinas y pinturas. También un plástico transparente con el que hacer el río. A veces le resulta complicado combinarlo todo, y necesita ayuda para formar las montañas con la cartulina. Acude a su madre, está ocupada preparando la comida. Llama a su padre pero está limpiando el coche. Se queda acurrucada mirando a una esquina regodeándose en el dolor de sentirse rechazada. Olvida su escenario, su juego y así permanece un largo rato mirando a la esquina. Entonces su mirada empieza de nuevo a hacer un barrido, esta vez por toda la casa, y ve que su mamá está allí, en la cocina, pero está con ella, la mira y le sonríe. Debajo de la terraza está su papá lavando el coche. No se da cuenta que Mary Mark le está mirando, pero entonces la niña le llama y papá alza la mirada y la saluda con la mano. También papá está allí, aunque lejos. Vuelve a su habitación ya sin sentirse abandonada y entonces se da cuenta que a su escenario le falta la cocinera y el limpia coches. Los incorpora. Llama a su vecino y le invita a que pase con sus muñecos a jugar, y a ayudarla a terminar el escenario. Sube el papá y saluda a Mary Mark y a su amiguito. La mamá invita a comer al vecino amigo de su hija, y ambos, juegan en la habitación, cambiando de sitio a menudo para así poder tener distintas perspectivas de la realidad.

                                                                                                     Mar Asunción Higueras
                                                                                                      Marzo de 2.003

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